Soberanía Alimentaria

La alimentación es absolutamente necesaria para llevar a cabo proyectos de vida de cualquier comunidad, y más aún el control de lo que nos alimenta. La forma de producir alimentos influye tanto en nuestra salud como en los modelos urbanos y en los últimos años se está dando un proceso de globalización de nuestros hábitos alimenticios, por supuesto negativo.

La costumbre de consumir en grandes supermercados está muy extendida en nuestra sociedad, nos resulta cómoda y muchas veces no nos damos cuenta de que los daños indirectos que esto puede acarrear son enormes. Se ha incrementado el hábito de consumo de comida procesada industrial, con el consiguiente perjuicio para nuestra salud y economía. Nos cuesta pagar los alimentos que producen los agricultores locales y en su lugar nos conformamos con cualquier producto procedente del exterior. Estamos ante un uso masivo del plástico consumiendo “Fast Food” y estos malos hábitos que estamos adquiriendo nos golpean directamente en nuestras vidas.

Debemos fomentar los productos y agricultores locales y de temporada si queremos garantizar la calidad de vida de nuestra sociedad. Necesitamos tener la soberanía y el control de quien nos alimenta.

Soberanía Energética

Hoy en día necesitamos energía en nuestras vidas. Se puede obtener tanto de recursos renovables como no renovables y actualmente el 85% de la energía mundial procede de recursos no renovables. Hoy en día, en lugar de ser una necesidad energética básica, se ha convertido en un negocio de acumulación de capital.

Desde la soberanía energética reivindicamos el derecho a decidir sobre la producción, la distribución y el uso de la energía. Estas decisiones deben tomarse en función de las características ecológicas, sociales, económicas y culturales que se adapten a cada pueblo o comunidad. No estamos hablando de comunidades que viven aisladas de la sociedad, sino de pueblos que tienen la posibilidad de decidir el origen y la forma de consumir de su energía.

Soberanía de la Vivienda

Las ciudades y las viviendas se han convertido en espacios de enriquecimiento y de emergencia de desigualdades sociales. La vivienda, lejos de ser un derecho, se ha convertido en un privilegio y se puede ver claramente que la situación empeora. A los jóvenes les cuesta cada vez más emanciparse y se consigue pagando alquileres muy altos o prestando para toda la vida. Los desahucios también los tenemos en el día a día por los precios inpagables de los especuladores. El modelo de turismo que tenemos también está convirtiendo nuestro territorio en un parque temático para visitantes de fuera. Herrietako zonalde historikoak turisten zerbitzura gelditu diren tokietan bihurtu dira, bertako biztanleak periferietara kanporatuz.

Las zonas históricas de los pueblos se han convertido en lugares que han quedado al servicio de los turistas, desplazando a sus habitantes a las periferias. Nuestro modelo de residencia actual en nuestras ciudades es muy individualista, cada uno vive encerrado en su propia casa. Apenas disponemos de espacios comunes y en muchas ocasiones no conocemos a nuestros vecinos. En este contexto, necesitamos transformar nuestros modelos de vida, colectivizarlos y desarrollar modelos basados en el conocimiento mutuo y la colaboración.

Soberanía Financiera

Los pueblos, las comunidades y los países tienen derecho a definir sus propias políticas financieras utilizando los modos ecológicos, sociales, económicos y culturales adecuados a sus características. La soberanía financiera comprende el derecho a disponer de recursos financieros colectivos. Es decir, que toda la sociedad tiene el derecho a crear y disponer de recursos financieros propios, seguros y culturalmente adecuados, y a mantenerse de forma sostenible a sí misma y a su sociedad.

La soberanía financiera significa que los pueblos y las comunidades prevalecen sobre las cuestiones especulativas y comerciales para poder disponer y controlar su propio sistema financiero y, por tanto, dotarles de un uso adecuado de sus derechos y capacidades.

Cuando hablamos de soberanía financiera nos referimos a la gestión financiera que está fuera de la lógica del mercado neoliberal. Que utilice los beneficios que generamos como sociedad en función de la situación local y no de los intereses de un agente externo. Un modelo financiero que evite la especulación y la acumulación de capital.

Soberanía Cultural

Cuando hablamos de emancipación cultural podemos partir de dos perspectivas diferentes. En la primera estaríamos hablando de personas que trabajan la cultura y cómo se llevaría a cabo la gestión de lo que ellos han creado. En la segunda, por el contrario, entenderíamos la cultura como el hábito, la forma de relacionarse, la lengua de cada sociedad, esa riqueza compartida y colectiva.

Cuando hablamos del primero, estamos hablando de incorporar las propuestas de soberanía a la gestión de la producción y distribución cultural. Proponemos una gestión más justa y social de la cultura más allá de los valores del capital para hacer frente a la precarización imperante en este ámbito. Estamos hablando de dignificar las condiciones laborales de los culturistas, de dar el reconocimiento que merecen por su trabajo.

En la segunda se entiende la cultura como un tema transversal que tiene importancia en todos los ámbitos. La cultura significa educación, algunas actitudes y lenguaje, y la accesibilidad universal debería ser obligatoria. Es necesario promover una educación centrada en las personas, respetando las diferentes identidades y basada en el cuidado y la naturaleza.

En nuestras comunidades es necesario crear espacios culturales y educar a la sociedad para que la cultura ciudadana llegue a todos.

Soberanía del trabajo

Cuando hablamos de la soberanía del trabajo, nos referimos sobre todo a la democratización de la gestión de cualquier sector más allá de las anteriormente mencionadas. Es decir, ropa, aceros para el hogar, vehículos, empresas de marketing, imprentas, etc. un largo listado.

En este amplio campo queremos reivindicar que el resto de modelos empresariales pueden darse dentro de los valores de la EST. Esta forma de desarrollar y trabajar en nuestras comunidades es necesaria para trabajar más allá de los métodos que establece la lógica del capital. Hablaríamos de métodos horizontales y sostenibles para trabajar en otros sectores, centrando a las personas.

Soberanía Tecnológica

Cuando hablamos de soberanía tecnológica, estamos hablando de desarrollar los recursos propios de la sociedad a la hora de acceder a los servicios de tecnología y telecomunicaciones. Estamos hablando de un cambio radical en el modelo de captación y generación de tecnología, en el que tanto los contenidos como las infraestructuras sean gestionadas por la sociedad y no por grandes multinacionales.

Hoy en día son las organizaciones multinacionales que ofrecen servicios tecnológicos las que gestionan las infraestructuras necesarias para ello, con lo que este sector es totalmente dependiente y mercantilizado. Para hacer frente a esto, es imprescindible que las infraestructuras necesarias para ofrecer la tecnología dependan de la ciudadanía, para que los agentes que quieran ofrecer un servicio no mercantil puedan tener una oportunidad.

Además, la Soberanía Tecnológica promueve un planteamiento favorable a que los contenidos que se desarrollan sean de carácter libre. Se trata de impulsar la gestión de estos contenidos como conocimiento generado por la sociedad y huir de las lógicas del mercado.

Soberanía de los Cuidados

Desde el feminismo se viene reivindicando desde hace tiempo la necesidad de cuidar la vida. Que vivir cada día no es una cuestión de magia o de casualidad: Vivimos porque reconstruimos la vida cada día, porque cada día cuidamos la vida de todas las personas. El único modo de cuidar la vida es entregar y recibir mutuamente. La sociedad, la economía, el mundo en su conjunto, “constituye una realidad de interdependencia y una realidad de ecodependencia, porque no podríamos vivir en un planeta inerte”. (Bizitzak Erdigunean, Euskal Herriko Koordinadora Feminista, 2020/04/09)

Por tanto, para lograr el cambio socioeconómico, no se puede obviar la sostenibilidad de la vida y el bienestar de las personas, el cuidado. Es decir, los trabajos de reproducción son economía y, por tanto, para construir alternativas al capitalismo, hay que poner en valor la reproducción, poniendo la vida y los cuidados en el centro de la economía. Para ello es fundamental reconocer, visibilizar y dignificar las tareas de cuidado, tanto remuneradas como no remuneradas, así como garantizar la universalización del cuidado. Desde la economía social transformadora entendemos la economía feminista como un espacio de transformación de toda la estructura económica capitalista y, por tanto, también de emancipación, no sólo de las mujeres, sino de toda la sociedad.